Hay personajes que trascienden sus historias originales para convertirse en símbolos de algo más grande. Major Tom, el enigmático astronauta que debutó en 1969 en Space Oddity de David Bowie, es uno de ellos. ¿Quién hubiera pensado que un piloto varado en el espacio, enviando un último mensaje a la Tierra, se convertiría en una figura omnipresente en la música, el cine, e incluso en nuestra imaginación colectiva? Pero, como quien lanza un mensaje en una botella, Major Tom ha flotado más allá de su creación original para resonar en distintos rincones de la cultura pop.
El nacimiento de un mito
Cuando Bowie introdujo a Major Tom en Space Oddity, lo hizo en un momento que capturaba la euforia y la ansiedad de la carrera espacial. La misión Apolo 11 acababa de llegar a la Luna, y el mundo entero miraba al cielo. Sin embargo, Bowie le dio un giro melancólico: Major Tom no era un héroe triunfalista, sino un hombre atrapado en la inmensidad del espacio, disociado de la Tierra y, simbólicamente, de la humanidad misma.
Hay algo profundamente humano en esa desconexión. Al fin y al cabo, ¿quién no se ha sentido alguna vez como un «satélite flotando sin rumbo»? Bowie nos regaló una metáfora perfecta para la soledad y el aislamiento, envuelta en un traje espacial plateado y acompañada por un Mellotron.
Major Tom: un viajero intergaláctico y cultural
Lejos de quedarse atrapado en la órbita de Space Oddity, Major Tom resurgió en varias canciones, como un fantasma que se niega a ser olvidado. En 1980, Bowie lo resucitó en Ashes to Ashes, describiéndolo como un «junkie» perdido en su propia adicción, dándole un giro mas sombrío y autocrítico. Aquí, Bowie no solo revisitó a su astronauta, sino que también jugó con la idea de cómo las historias cambian con el tiempo, como un teléfono descompuesto galáctico.
Major Tom (Coming Home) (1983): El regreso de Major Tom
En 1983, el cantante alemán Peter Schilling tomó la figura de Major Tom y la transformó en un héroe completamente diferente. En su canción Major Tom (Coming Home), nos presenta a un Major Tom que regresa a la Tierra después de una larga misión espacial. A diferencia de las versiones anteriores, donde el astronauta se veía perdido o atrapado, en esta canción Major Tom regresa con una sensación de resolución, de un viaje cumplido. La letra de Schilling refleja el sentimiento de alivio y de regreso a casa, con una melodía vibrante y un ritmo de synthpop que le da una elegante aura retro-futurista.
Un símbolo que va más allá de la música
La magia de Major Tom radica en su capacidad de adaptación. Como un camaleón –o quizás un meteorito errante–, ha aparecido en lugares inesperados. En el cine, series como Mad Men y The Venture Bros. lo han homenajeado, mientras que en la publicidad, marcas como Audi han aprovechado su figura para evocar un aire de nostalgia y exploración.
Incluso la ciencia y la tecnología no se han resistido a su encanto. Elon Musk, en su eterna búsqueda por convertirnos en una especie interplanetaria, lanzó su Tesla Roadster al espacio en 2018 a bordo del Falcon Heavy de SpaceX. Aunque Space Oddity no sonó en la transmisión oficial, la canción fue utilizada en el video musical oficial de SpaceX para este evento, dándole a Major Tom un nuevo capítulo en su travesía intergaláctica.
El peso simbólico de un astronauta
Major Tom no es solo un personaje; es una metáfora viva. Representa la fragilidad humana frente a lo desconocido, el anhelo de trascendencia y, a menudo, el precio de la desconexión. Es un recordatorio de que, a veces, nos lanzamos al vacío buscando respuestas, solo para darnos cuenta de que dejamos atrás lo que realmente importa. Como dice el dicho, «no todo lo que brilla es oro», y en el caso de Major Tom, no todo lo que flota en el espacio encuentra su camino de regreso.
A más de medio siglo de su creación, Major Tom sigue siendo un ícono que cruza fronteras y generaciones. Ya sea como héroe, mártir o advertencia, su historia resuena porque, en el fondo, todos somos un poco Major Tom: exploradores en un universo vasto e incierto, tratando de encontrar nuestro lugar. Y aunque él nunca haya vuelto a casa del todo, su legado sigue orbitando nuestras mentes, recordándonos que incluso en la soledad del espacio, hay algo profundamente humano en mirar hacia las estrellas y soñar.